martes, 27 de enero de 2015



Te acaricio en la espuma del jabón con que me baño.
Te convierto en mi adivino.

Vine a ver cómo se escurren de tus pasos mis andares
a pregonarme lo advertido.

Bajo la triste luna y luego hasta abajo hasta subir,
llegada la noche, 
de nuevo la triste luna.
Para dormir catorce horas y despertar con sueño
cansado de soñar tan intensamente
que acaricio, al fin, tu piel.

sábado, 5 de noviembre de 2011

cartas a juan

Pertenezco a mi latido. Continuo sin calma en pos de tranquilidad. Iré a un lugar seguro.Una vereda de tus fotografías sostiene mi peso. Sé girar y sé marearme, sé de ti cuanto sé más de mí. Qué tienes. Porqué lloras. No espero la respuesta del hielo. No espero la esperanza de seguir en el camino. No reitero jaculatorias. No eres un cuerpo degradado ni lo que hiciste a los recuerdos de quienes te conocimos y, si acaso nos acordamos ni tus fotografías ni los agradecimientos de quienes ayudaste, no sé tampoco decir qué más es tu existencia. No sé mucho de las cosas ni de las almas. Evadir el tiempo como brincar un obstáculo, prorrumpir los muros de las alas, continuar y continuar. Esparcir mi manta de recuerdos, evadir y caer. Una manta azul celeste me detiene, me intensifica, me dice lo que debo sentir. Un rocío de vidrios rotos corta mi garganta y moja todo el tiempo pasado, moja las hojas violetas. Las plantas retroceden ante su propio nerviosismo, están vivas, su nerviosismo su ansiedad florea gargantas cortadas, florea niveles usados de cacerolas ardientes, florea platillos de diversos señores que interfieren, que caen, irremediablemente.

Caen, sonríen y todos caemos, reímos a carcajadas no sé de qué manera podemos entender el paso del tiempo, reímos de todos, caemos rendidos, no decimos el color blanco no decimos las torpezas del tiempo, me rio, me rio, me rio.

desesperación


Elsa sabía que en su cabeza merodeaban estomas sanguinolentos, ella era insoportable, sobretodo para sí misma. Decidió mirar la gotera del baño.


Caía la gota, repetible, estrepitosa, inodora. La membrana de la gota reflejaba el movimiento de su caída y, al caer el mundo se rompía con ella.


No había teléfonos ni la idea de tener uno pero el de la sala tintineaba sin cesar y Elsa decidió que no contestaría.


Para entonces la sala se anegaba de reflejos rotos de realidad, la acuosidad lenta muy lenta estragaba las botas cafés y el mueble del teléfono de la sala.


Era la Justicia de enero a Bordo de la comparsa. La casa contenía, perfectamente, la fuga de todas sus aguas y aunque Elsa olvidaba pensar, creía en el ciclo del carbono. No era profesional en nada, quería aprender a vivir antes de aprender cualquier otra cosa. Miraba la gota y de verdad que anulaba el muladar de palabras que habitan su mente.


Crecía su ira con el nivel de agua, abrió la llave porque aprendió de las gotas el idéntico parecido en el transcurrir del tiempo. A su modo, comprendió La Burla. La casa nunca dejó salir sus aguas ni se reventó. Elsa que deseó un teléfono de verdad.


Las botas cafés tuvieron un sueño profundo de un sueño que soñaba sus propios deseos en abstracto. Dormía y despertaba profundo. Caminaban y ahora se acuestan en los fondos. Ya en el abismo

superficialmente hablando- es que se confundían sobre el estado de sus conciencias. Escondieron, en el bozo de su espada, armas del imaginario colectivo. Se preguntaban condicionantes para contestarse con cualquier adverbio.

lunes, 4 de julio de 2011

A título de un cobarde

Yo soy el cobarde por que quiero decirlo, que es de mí, que en mí queda y no en tus pensamientos. No quiero saber que existe algo en tu energía que me repele, nada en tus ojos que no quiera verme ni en tu piel que no quiera tocarme.
Que sea yo la culpa, el falso hechizo, el espejo turbio y quebrado y no tú. Seguirás siendo el azúcar en los recuerdos del insomnio.
He de quedarme sabiendo que tus besos jamás buscan los míos, ni tus preguntas alguna respuesta de mi cuerpo.
Estás en el significado abstracto de la palabra sonrisa, en todas las historias que se puedan desarrollar a partir de temas inenarrables, en la naturaleza incomprensible de las cosas muy pequeñas o demasiado grandes, en la sensación ahogada y disforme de los amantes cuando no dicen lo que sienten por que no lo saben o no lo quieren saber. Estás, también, en todo lo bueno que falta por ocurrirme.

jueves, 30 de junio de 2011

Domicilio conocido

El esqueleto de dios es el fracaso de mi mente. Dios, mi dios, no tiene esqueleto pero mi mente sigue fracasada. No tengo qué decir de mi mente o de mi dios.
No tengo mente. No poseo el nombre de dios.
Diosol diostierra diosvagina diosdepan
Las uñas de dios rascan mi placer
cae desprendida piel
costra
o pensamiento
muertos
o plasmados en cartón.
Ácaros corren (en mis siguientes mil veinticinco vidas me esforzaré por ser un ácaro paralítico).
Camino con los cabellos y mis pies sostienen al mundo. El hipertenso corazón del planeta me contagia. Mi respiración se une a los cálculos biliares de las casas.
Los espacios entre las palabras que componen la literatura, los silencios que desligan los sonidos que componen música, etcétera, forman el caligrama de Dios. El hueco de mi vagina figura en esa Figura.
La lozana juventud de mi cerebro no tiene juventud ni mi cerebro lozanía. La mentira es mi cerebro, mi cerebro es grasa con químicos de toda clase intercambiando informaciones.
Mi cerebro es el control remoto de dios.
La meditación es el control remoto de dios.
El Desprendimiento es el control remoto de dios.
Mi dios es sólo mío. Él sólo me ha creado a mí. Mi dios fue juguete de Dios.
Me rasca y los poros en las yemas de sus dedos se dilatan.
Salen de mi espalda un recuerdo y un olvido de la misma crucifixión, sin referencia alguna con el Hijo del Hombre.
Otras mujeres parieron mis hijos. Otras son las vírgenes y otras las putas.
Tengo la cuarta parte de una tiniebla hundida en mi amor
1
Recámara con sofá y un ajedrez al centro.
Techos de mi estatura.
Esquinas redondeadas.
Giros rodeando Me.
Sobre la cama donde mi dios y yo nos acostamos.
Falta bolillo que absorba mi susto.
Que la taza del baño también me muerda.
Entran a mi espalda un recuerdo y un olvido de una apuesta.
Aún no sé si he ganado. Esperaré.
 
 
 
1 Xavier Corcovado